miércoles, 22 de octubre de 2008

Lo bueno es que uno al final... igual se ríe.

Estando en el momento mismo y que a uno le sucedan las cosas no hace gracia. A nadie le hace.
A no ser que te conozcan y la gente tenga la confianza suficiente para lanzar la carcajada en vez de abrir los ojos en clara señal de sorpresa y susto.

Y es que Sí, siempre puede ser peor o se puede reaccionar de otra manera, pero a veces la paciencia tiene su límite y lamentablemente las pasiones nos dominan.

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Ahora por ejemplo, me encontré con una no menos graciosa nomenclatura que decía "La estamos llamando de Entel... Ándate a la mierXX hijodepXXX!".

Para qué decir que me causó mucha gracia, tanto que esbozé una sonrisa y dejé escapar una carcajada.

Jaja..

De nuevo.


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Ahora por ejemplo, miré el nick de msn de alguien conocido, y me encontré con un mensaje que hizo me recagara ahí mismo de la risa. Decía "La estamos llamando de Entel... Ándate a la mierda hijodeputa!".

Lo que me hizo pensar... cuántas veces puede llegar alguien a perder la paciencia a ese límite.
Y bueno, cuáles son las condiciones la "ambientación" que debe darse para ello.

Puedo pensar a ratos que da lo mismo si después de todo, nunca falta que alguien ande de malas y uno vaya a hacer alguna pregunta/comentario o siquiera respirar y de pronto te llega palabras equivalentes a un puñetazo o peor aún.


Recibí hace un ratito un llamado. Era mi madre que estaba de viaje y a esta hora ya debió haber regresado.
Me dijo "Voy a llegar 4 horas más tarde, ya que el vendedor weón de pasajes me vendió uno a otra ciudad, por que la porquería de bus iba a Temuco".
Ahora estaba en Los Ángeles, por suerte se dio cuenta y se bajó en esa ciudad.


Mal...



Recordé cuando me llamaban y llamaban como por un mes preguntando por una señora que no conocía y nunca conocí para cobrarle una cuenta atrasada en una multitienda.
En un principio super paciente, y hasta les explicaba que no la conocía, que por favor borraran mis datos, hasta que un día recibí una llamada cerca de las 9 am, cuando dormía plácidamente y los mandé a cogerse un par de monos al África.

Santo Remedio.

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Y seguimos con los momentos memorables, pero antes explicaré el por qué del “Ándate a la mierda, hijo de puta”.
Resulta que los súper ejecutivos de Entel me han estado llamando toda la semana ininterrumpidamente, de las 8 am a las 8 pm los muy malditos, como si no tuviera nada más importante que hacer que conversar sobre las bolsas de minutos y la puta carguita feliz. Me preguntaron por lo menos 5 veces por el número de mi vieja, porque ella es la que paga por el celular, y el último tipo que llamó me hizo repetirlo 3 veces; luego me dijo: “¿A ver, 9-533?” (¡9-543 sordo de mierda, ni para escuchar sirves!), y le respondí en un tono no muy agradable “ándate a la mierda, hijo de puta”. Luego le corté y me sentí realizada.
Lo peor es que me siguieron llamando toda la tarde, así que opté por contestarles y dejarlos hablando solos mientras seguía con lo que estaba haciendo… Total, Entel paga la cuenta.

Ya, ahora sí, el momento memorable.
Recordé cuando me subí a un bus en Chillán y a mitad de camino el acomodador me dijo: “Señorita, se equivocó de bus”.

- “Uhm, a dónde va éste.”

- “Estamos yendo a Santiago”

- “…”

- “Jajaja, no, éste también va a Concepción, pero hace 544636463842893618632 paradas antes.”

- (Aahaha, qué gracioso que eres, te voy a contratar para animarme la vida imbécil) “Ujuju, gracias”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jajajaja...

Qué tontera.


"Jajaja, que eres simpatíco. Buena broma".